Cuenta la leyenda que durante el reinado de Oleg entre los rus, este tuvo en su corte a un noble al que otrogo el control de algunas tierras en los confines de su reino, para que alli se encargase de pacificar a ciertas tribus belicosas que no paraban de sembrar las fronteras de caos.
Dicen que este hombre fue conocido como Ivar , y de el se decia que era tan justo gobernante como implacable y fiero con la espada. En poco tiempo, se gano una cierta reputacion entre todos los subditos de Oleg, y el mismo llego a tener en su region un gran salon donde solia reunir a los nobles de menor rango bajo su tutela.
Dicen que este gran guerrero se caso con una mujer de extraordinaria belleza llamada Holga, se contaba de ella que lo unico que rivalizaba con su radiante belleza era su caracter voluble y siempre propenso a arranques de ira incontrolables. Con todo, durante un tiempo, la pareja vivio con cierta estabilidad y felicidad, hasta que , una vez mas , las tribus levantiscas volvieron a hacer de las suyas y Ivar tuvo que ausentarse de su hogar para combatirlas una vez mas.
De este modo, las ausencias de Ivar eran cada vez mas frecuentes y mas largas, y paralelamente su fama crecia, llegando a ser conocido en la corte de Oleg, como "la gran espada", aunque no tardaron en llegar rumores a su esposa de que este apodo no se referia tan solo a sus triunfos ante sus enemigos, pues decian que hasta las mujeres de la corte le llamaban asi, y se rumoreaba acerca de que la lista de concubinas y amantes de Ivar era muy larga.
Sea como fuere, Holga hubo de aprender a dirigir sola su hacienda y a presentarse como "la gran señora en el gran salon" en ausencia de su esposo...y pronto tambien empezo a rumorearse que ella tampoco aparentaba hechar demasiado de menos las ausencias de su esposo. Bastante mas joven que el, indudablemente hermosa y poderosa, no le faltaban obviamente hombres para calentar su lecho, aunque nadie se atreviese tan solo a insinuar tal cosa en publico,
En cierta ocasion, se presento en su region una caravana de mercaderes, que queriendo agradar al señor de aquellas tierras, se presentaron en el salon, y antes incluso de que el amo de tan magnifica estancia se personase en el, ya lo habian colmado de cofrecillos con alhajas, pieles y algunos otros objetos de valor, aunque el mas impresionante de todos los objetos, era una magnifica espada que colocaron sobre un arcon, desemvainada y sobre una tela roja, para que asi pudiese contemplarse el bello trabajo artesanal que decoraba no solo su pomo y guarda, sino tambien la hoja.
Obviamente, los mercaderes no esperaban encontrar una mujer en lugar del poderoso guerrero al que sin duda aquella espada hubiese agradado sobremanera, no obstante, la ofrecieron igualmente como presente.
La dama se acerco a contemplar aquel arma tan finamente trabajada, y se agacho para poder verla mas de cerca...
Uno de los mercaderes sonrio complacido y declaro "es vuestra si os agrada señora, ya veremos de encontrar para ella una vaina adecuada que no desmerezca ".
Uno de los nobles que formaban el sequito de Holga, era un advendizo que llevaba un tiempo intentando ganarse los favores de su señora, pero ella encontraba harto vulgar las formas de el, en otras circunstancias, y si el hubiese sabido jugar mejor sus cartas, igual se hubiese planteado acogerle como protegido, o incluso en su lecho, pero desde luego, las zafias maneras de aquel hombre no hacian sino incomodarla.
-Oh...no tendreis que preocuparos por eso... - Dijo riendo con sorna- Sin duda dama Holga ha envainado espadas mucho mas grandes que esta.
Evidentemente, aquel descarado pretendia ser a la vez, ingenioso y ofensivo con aquel comentario fuera de lugar, pero no contaba con el caracter irascible de la dama, que antes de que nadie se atreviese a reir el chistecito o a hacer comentario alguno sobre tan soez insinuacion, ya habia tomado el arma en sus manos y en un movimiento rapido, la habia ensartado en el vientre de su ofensor que se desplomo en el suelo con una herida mortal por la que se le escapaba la vida.
- Como veis, no solo mi esposo puede encontrar muy adecuado este regalo. - Dijo sonriendo, y tras limpiar la sangre de la hoja de aquella espada, la volvio a depositar sobre la tela, y se dedico a atender como correspondia a tan atentos invitados.
Dicen que aquella magnifica espada, acompaño a la dama a todas partes desde entonces, ella se sentaba en su sitial, a atender a sus asuntos, y el arma permanecia apoyada en su asiento siempre a su diestra, mostrando el acero desnudo... quiza recordando a mas de un descarado o deslenguado, que su dueña no tenia reparos en buscarle una vaina adecuada en el pecho o el vientre de quien osase ofenderla.
¡Excelente blog! Recién lo descubro. Desde ahora me mantendré al tanto de las publicaciones nuevas. Saludos.
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