AGNLANDET
Lejre, Dinamarca - El lechón quemado no huele como se
esperaba.Huele más a la madera de la hoguera y esto es un poco
decepcionante.
A
Jonas Jæger, estudiante de arqueología en la Universidad de
Copenhague, se le había dicho que sería algo muy similar a el olor
a cerdo asado o el tocino "... y algo desagradable más tarde
cuando empezasen a calcinarse los huesos", dice con una sonrisa
pícara mirando en la dirección de su compañera de estudios
Veronica Liv Johansen, ocupada en documentar el experimento en curso
.
La
anécdota olfativa se deriva de un poceso arqueólogico experimental
que antes de haber inmolado cerdos han precisado que están bien
desarrollados para investigar lo que sucede con los huesos después
de que han estado expuestos a las llamas por un proceso de calcinado.
En
principio esta incineracion es el mismo experimento que esta
sucediendo ahora mismo con la única excepción de que la criatura
ardiente es un cerdito con un peso de alrededor de 2800 gramos lo que
equivale aproximadamente al peso de un bebé por lo que es una buena
comparación para ayudar a responder a una pregunta compartida por
los arqueólogos.Por que los huesos de los infantes no aparecen nunca
en los enterramientos?:
Los niños han desaparecido de la historia:
Un
sinnúmero de sitios de entierro de la Edad de Bronce hasta hasta
la Edad Media se han descubierto en Dinamarca y los huesos al
descubierto, junto con el contenido de las urnas, nos dan muestras y
el testimonio de una tradición de enviar al mas alla los cuerpos de
los muertos en piras funerarias.Aún así, casi no hay restos de los
niños pequeños y los bebés que morian como cualquier otro miembro
en la comunidad y que no son descubiertos nunca en estos restos, lo
que ha motivado este experimento para tratar de responder este
rompecabezas arqueologico..
"Deberian
haber estado ahi", dice Henriette Syrach Lyngstrøm, profesora
asociada de arqueología del Instituto Saxo, de la Universidad de
Copenhague.
Es
profesora de arqueología experimental para Jæger y Johansen y está
con ellos hoy en Sagnlandet Lejre para observar su experimento en la
hoguera.
"Por
supuesto, cuando decimos que deberian haber estado allí, nos estamos
basando en la suposición de las observaciones negativas", dice
Lyngstrøm.Eso es lo que hace un arqueólogo para adivinar los
rastros del pasado, buscar en las evidencias que se pueden encontrar
(y añado desde este blog que, posiblemente sea igual de importante
hacer notar la ausencia de ellas cuando no aparecen por ningun lado!)
Pero
los arqueólogos saben a ciencia cierta que los fuegos funerarios
eran la tradición hasta el final de la Edad de Bronce a la entrada
del cristianismo en Dinamarca.También es un hecho que la tasa de
mortalidad entre los lactantes era muy alta hasta los últimos
tiempos modernos y es por eso que es un misterio por qué los rastros
de estos niños casi nunca se encuentran , el resto mejor preservado
es un cadáver de bebé revela sólo el esmalte de tres dientes y es
una muestra ósea única.
Los huesos pueden acabar en polvo:
Una
de las teorías es que los huesos pequeños no se han desarrollado
plenamente y son tan pequeños que se vuelven facilmente combustibles
en el fuego.
Esto
es lo que Jaeger y Johansen están tratando de investigar con su
experimento.
Jæger
tiene una fascinación personal con la tradición alrededor de piras
funerarias y con Johansen desarrollaron la idea y ponen sus cabezas
juntas para encontrar respuestas en relaccion a la cremacion
funeraria y sus resultados.
"Fue
entonces cuando pensamos en los niños", dice Jæger.
Pero
quemar lbebés no es posible obviamente y es por eso que la elección
recayó en nuestros primos anatómicamente no muy distantes, los
cerdos. Es un sacrificio mas de estos animales en pos de respuestas
cientificas.
Para
la ocasión Jaeger y Johansen han recogido tres cerditos muertos que
varían en tamaño la pieza más grande pesa más de cinco kilos.
Su
experimento no está dirigido a una era de tiempo específico, sino
que es aplicable a todos los periodos en que la cremacion se llevo a
cabo y puede servir más ,cuando aporte datos que se reflejen en
un estudio general de la estabilidad estructural de los huesos
infantiles.Al hacerlo, el experimento reúne interés fuera de la
mera arqueología.Más tarde, un antropólogo forense examinará
también los huesos quemados, ya que podría ayudar en futuras
investigaciones penales.
Mil años de entierro bajo tierra:
El
primer cerdito está casi reducido a cenizas y se deja ver sólo la
columna vertebral, un fémur y la mitad del cráneo.Todo lo demás es
polvo blanco.
"Va
a ser una mañana de trabajo muy meticulosa", señala Jæger
mirando los restos todavía decrecientes del cerdo.
Al
calor de las llamas se han derrumbado los huesos e incluso el tacto
más leve puede ser suficiente para que se desintegren, por lo que
incluso aunque algunos de los huesos aparecen intactos realmente no
hay forma de saber a quien pertenecian antes de que hayan sido
recogidos muy minuciosamente.
Por
no hablar de lo que un par de miles de años en la tierra podría
hacer para acabar de descomponerlos, dice Jæger.
Durante
el segundo proceso de cremacion los dientes del segundo lechon han
empezado a tomar un intenso color azul.Los ojos se evaporaron hace
minutos y pronto no habrá nada más que polvo y espero que quiza
los restos de los huesos de su parte izquierda.
Tal
vez uno de los misterios de la arqueología se resuelva hoy Jaeger y
Johansen no lo sabrán hasta que los huesos hayan sido sometidos a
examen de nuevo a fondo en el Instituto de Copenhague.
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