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domingo, 10 de noviembre de 2013

Los arqueologos incineran cerdos para investigar un misterio arqueologico: Porque no aparecen restos de niños en las tumbas antiguas?.

AGNLANDET Lejre, Dinamarca - El lechón quemado no huele como se esperaba.Huele más a la madera de la hoguera y esto es un poco decepcionante.
A Jonas Jæger, estudiante de arqueología en la Universidad de Copenhague, se le había dicho que sería algo muy similar a el olor a cerdo asado o el tocino "... y algo desagradable más tarde cuando empezasen a calcinarse los huesos", dice con una sonrisa pícara mirando en la dirección de su compañera de estudios Veronica Liv Johansen, ocupada en documentar el experimento en curso .
La anécdota olfativa se deriva de un poceso arqueólogico experimental que antes de haber inmolado cerdos han precisado que están bien desarrollados para investigar lo que sucede con los huesos después de que han estado expuestos a las llamas por un proceso de calcinado.
En principio esta incineracion es el mismo experimento que esta sucediendo ahora mismo con la única excepción de que la criatura ardiente es un cerdito con un peso de alrededor de 2800 gramos lo que equivale aproximadamente al peso de un bebé por lo que es una buena comparación para ayudar a responder a una pregunta compartida por los arqueólogos.Por que los huesos de los infantes no aparecen nunca en los enterramientos?:

Los niños han desaparecido de la historia:

Un sinnúmero de sitios de entierro de la Edad de Bronce hasta hasta la Edad Media se han descubierto en Dinamarca y los huesos al descubierto, junto con el contenido de las urnas, nos dan muestras y el testimonio de una tradición de enviar al mas alla los cuerpos de los muertos en piras funerarias.Aún así, casi no hay restos de los niños pequeños y los bebés que morian como cualquier otro miembro en la comunidad y que no son descubiertos nunca en estos restos, lo que ha motivado este experimento para tratar de responder este rompecabezas arqueologico..
"Deberian haber estado ahi", dice Henriette Syrach Lyngstrøm, profesora asociada de arqueología del Instituto Saxo, de la Universidad de Copenhague.
Es profesora de arqueología experimental para Jæger y Johansen y está con ellos hoy en Sagnlandet Lejre para observar su experimento en la hoguera.
"Por supuesto, cuando decimos que deberian haber estado allí, nos estamos basando en la suposición de las observaciones negativas", dice Lyngstrøm.Eso es lo que hace un arqueólogo para adivinar los rastros del pasado, buscar en las evidencias que se pueden encontrar (y añado desde este blog que, posiblemente sea igual de importante hacer notar la ausencia de ellas cuando no aparecen por ningun lado!)
Pero los arqueólogos saben a ciencia cierta que los fuegos funerarios eran la tradición hasta el final de la Edad de Bronce a la entrada del cristianismo en Dinamarca.También es un hecho que la tasa de mortalidad entre los lactantes era muy alta hasta los últimos tiempos modernos y es por eso que es un misterio por qué los rastros de estos niños casi nunca se encuentran , el resto mejor preservado es un cadáver de bebé revela sólo el esmalte de tres dientes y es una muestra ósea única.
Los huesos pueden acabar en polvo:

Una de las teorías es que los huesos pequeños no se han desarrollado plenamente y son tan pequeños que se vuelven facilmente combustibles en el fuego.
Esto es lo que Jaeger y Johansen están tratando de investigar con su experimento.
Jæger tiene una fascinación personal con la tradición alrededor de piras funerarias y con Johansen desarrollaron la idea y ponen sus cabezas juntas para encontrar respuestas en relaccion a la cremacion funeraria y sus resultados.
"Fue entonces cuando pensamos en los niños", dice Jæger.
Pero quemar lbebés no es posible obviamente y es por eso que la elección recayó en nuestros primos anatómicamente no muy distantes, los cerdos. Es un sacrificio mas de estos animales en pos de respuestas cientificas.
Para la ocasión Jaeger y Johansen han recogido tres cerditos muertos que varían en tamaño la pieza más grande pesa más de cinco kilos.
Su experimento no está dirigido a una era de tiempo específico, sino que es aplicable a todos los periodos en que la cremacion se llevo a cabo y puede servir más ,cuando aporte datos que se reflejen en un estudio general de la estabilidad estructural de los huesos infantiles.Al hacerlo, el experimento reúne interés fuera de la mera arqueología.Más tarde, un antropólogo forense examinará también los huesos quemados, ya que podría ayudar en futuras investigaciones penales.
Mil años de entierro bajo tierra:

El primer cerdito está casi reducido a cenizas y se deja ver sólo la columna vertebral, un fémur y la mitad del cráneo.Todo lo demás es polvo blanco.
"Va a ser una mañana de trabajo muy meticulosa", señala Jæger mirando los restos todavía decrecientes del cerdo.
Al calor de las llamas se han derrumbado los huesos e incluso el tacto más leve puede ser suficiente para que se desintegren, por lo que incluso aunque algunos de los huesos aparecen intactos realmente no hay forma de saber a quien pertenecian antes de que hayan sido recogidos muy minuciosamente.
Por no hablar de lo que un par de miles de años en la tierra podría hacer para acabar de descomponerlos, dice Jæger.
Durante el segundo proceso de cremacion los dientes del segundo lechon han empezado a tomar un intenso color azul.Los ojos se evaporaron hace minutos y pronto no habrá nada más que polvo y espero que quiza los restos de los huesos de su parte izquierda.

Tal vez uno de los misterios de la arqueología se resuelva hoy Jaeger y Johansen no lo sabrán hasta que los huesos hayan sido sometidos a examen de nuevo a fondo en el Instituto de Copenhague.

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